Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

jueves, 10 de julio de 2014

Kilómetros de colores


Todo el mundo que lo sabe, sabe que me encantan los aparatitos electrónicos con un montón de electrónica. Como mi teléfono supermolón. 
Es mi bastante fiel compañero de viajes desde hace ya algunos. Si se me ocurre un viaje chulo, con él navego por la red; si se me ocurre un destino interesante, investigo en sus mapas; si se me ocurre una foto divertida; con él la hago y comparto; si se me ocurren dos líneas ocurrentes, en él las anoto para nunca olvidarlas…

Pero desde hace algún tiempo hay algo que no funciona, especialmente con las pocas líneas ocurrentes que se me ocurren. Miro la triste y fría pantalla de mi teléfono supermolón, leo y… ¡y no me apetece seguir escribiendo!

Y con el ceño fruncido como protesta por las pocas musas que salen a mi encuentro, me acordé de las páginas en blanco de mi vieja libreta de los viajes… de las tardes que pasaba emborronándola en la terraza de La Torre, escondiendo viajes entre hierbas ibicencas… recordé las noches de Estambul, anotando kilómetros entre té y té…  de las líneas que escribí al norte de Rovaniemi mientras, fuera, no dejaba de nevar aquel otoño… de los dibujos en Inverness, esperando que asomara el monstruo… de las dunas de Merzouga, de la luz de Reikiavik, del silencio de Mauthausen yo me acordé… 



                                                             (sugerentes vistas desde el Hostal La Torre)



Así que trasteando entre cajones llenos de guías, monedas, mapas, tickets, posavasos y jabones encontré mi vieja libreta, a la que aún le quedan algunas páginas en blanco.

Blanco era el casco que me regaló un amigo hace, ya, algunos meses. Blanco… demasiado vacío de kilómetros, así que decidí llevarlo a un cementerio de colores blancos, donde Alfonso “El Tejo” se encargó de camuflarlo con todos los felices colores que están pasando por mi cabeza en este momentos. Los colores con los que espero emborronar mi vieja libreta, dentro de unos días, con un montón de kilómetros.
De kilómetros de colores.

Claro.